Dramas de la inmigración, ¿Cuáles son las soluciones?

En quince años, más de 23 000 personas perdieron la vida tratando de llegar a Europa, una pérdida chocante de vidas humanas que llevó a la UE a reaccionar

Opinión, por Pierre Bremond – En pocas semanas, cientos de hombres, mujeres y niños se ahogaron en las turbias aguas del Mediterráneo, una cifra dramática que se añade a las 23 000 personas que desde el 2000 perdieron la vida tratando de llegar a Europa. De enero a abril de 2015, el número de muertes se ha multiplicado por 17 en comparación con el mismo período del año pasado. Esta pérdida chocante de vidas humanas llenó de pavor la opinión pública y llevó a la Unión Europea a reaccionar. Su respuesta fue la de triplicar el presupuesto para la vigilancia de las fronteras y eligiendo la opción militar con la esperanza de destruir los barcos vacíos de los pasadores y traficantes antes de que inicien la travesía.

Situación actual y respuestas de Europa

Según la Agencia Europea para la gestión de la cooperación operativa en las fronteras exteriores, Frontex, cientos de miles de inmigrantes esperan hacinados en las costas de Libia para huir de las zonas de África o del Medio Oriente desgarradas por las guerras. Su único horizonte, su única esperanza es Europa. Pero solicitar asilo resulta imposible antes de poner un pie en suelo europeo – lo que hace de ellos un blanco fácil para las redes organizadas de traficantes que les venden plazas en embarcaciones sobrecargadas, mientras que les tratan como ganado humano.

En octubre de 2013, después de que más de 350 inmigrantes se ahogaran frente a las costas de Lampedusa, Italia creó Mare Nostrum, un programa de rescate que pudo salvar a unas 130 000 personas en sólo un año, antes de ser abandonado. Demasiado caro. Y demasiado solos. Italia no quería estar sola en preocuparse por el destino de estos migrantes. Mare Nostrum fue reemplazado por Triton, un programa europeo esta vez, con un presupuesto mucho más pequeño, y sobre todo un programa de vigilancia, que opera solamente en aguas europeas.

Por desgracia, la operación Tritón apunta más a guardar las fronteras de Europa que a salvar vidas, aunque por suerte no está prohibido hacer ambas cosas. Esto responde a la lógica europea por el rechazo de la inmigración que está en vigor desde hace más de treinta años a través de un enfoque con tres vertientes: la criminalización de la inmigración, la militarización de las fronteras del continente y la externalización de los controles. Este tercer componente es relativamente desconocido. Se refiere a los acuerdos concluidos entre la Unión Europea y terceros países para que impidan que los migrantes tengan acceso al paraíso europeo – a cambio de una determinada remuneración. Tales acuerdos se firmaron con Marruecos y Libia en particular. Aunque desde la caída de Gadafi la situación se ha vuelto algo más complicada.

Las tragedias de las últimas semanas han conmocionado al mundo. Y por una vez, la respuesta de la UE no se hizo esperar. Sin embargo, estos esfuerzos aparecen bastante inadecuados en vista de la situación; expertos y activistas subrayan que ni las operaciones de vigilancia o la opción militar no serán capaces de contener el fenómeno. En primer lugar, porque el hecho de fortalecer patrullas y controles en el Mediterráneo no hace más que desplazar el problema – los que están decididos a venir a Europa siempre encontrarán los puntos de entrada. Además, como hay muchísimo dinero involucrado, los traficantes siempre se mostrarán muy creativos en esta área. También es peligrosa la idea de dinamitar los buques y otros barcos inflables de los traficantes porque sólo agregaría más caos al actual de Libia, que es una de las causas fundamentales del brote de la inmigración.

Como señaló Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, muy crítico en referencia a la respuesta europea:  "Si no abrimos la puerta de entrada, por lo menos un poco, no hay que sorprenderse cuando los infelices entren rompiendo las ventanas"

¿Cuáles son las soluciones?

La gestión de la inmigración es aún más ardua por la falta de una política común en los 28 países de la UE – los cuales son soberanos en esta materia y tienen la intención de seguir siéndolo. Por otra parte, los líderes europeos se encuentran bajo una presión enorme que va reduciendo su capacidad de acción. El desempleo, las dificultades de integración o las amenazas terroristas van alimentando la tentación del aislamiento y los sentimientos de desconfianza hacia los inmigrantes, los extranjeros. Tampoco se puede negar que algunos países ya bajo enormes dificultades no podrían soportar la carga financiera impuesta por la llegada de decenas de miles de inmigrantes.

Sin embargo, la Unión Europea tiene el deber de actuar y ayudar a estos hombres, mujeres y niños, que estén o no en peligro inminente de muerte. Europa tiene que comprometerse, porque no hacer nada o simplemente contentarse con medias tintas equivaldría a negar los valores de justicia y solidaridad entre los pueblos que son los fundamentos de la Unión Europea. Los cambios imprescindibles: 

  • Implementar programas de rescate es el requisito fundamental de este compromiso. Pero hay que ir más allá: la Unión Europea debe superar las soberanías nacionales para establecer una política migratoria global, con una distribución equitativa de la carga financiera y organizacional de la acogida y de su eventual integración.
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  • No podemos conformarnos con una política de inmigración basada en la criminalización de la inmigración y el control de fronteras. La lucha contra las redes de trata de personas debe ir acompañada de medios para proporcionar a los inmigrantes potenciales la oportunidad de venir legalmente a Europa, por ejemplo a través de la implementación de centros en África y en el Medio Oriente para el tratamiento de las demandas.
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  • Las políticas de inmigración deben ir acompañadas de acuerdos de desarrollo con los países de emigración a fin de mejorar las oportunidades para sus pueblos de construir un futuro. En la actualidad, el caos de Libia impide cualquier negociación y ejecución de proyectos en esta materia, pero todavía se puede actuar en otros países y poner en práctica políticas de largo plazo.

Los inmigrantes de hoy son emprendedores, son aventureros en el sentido más noble. Son los descendientes de los inmigrantes británicos que una vez embarcaron a bordo del Mayflower para el nuevo mundo. Los inmigrantes de hoy están, a menudo, llenos de recursos, hacen parte de la clase media, son mucho más cultos que sus antepasados. En su propio país, no son los más pobres, porque lamentablemente esos son los que se quedan. Estos migrantes han hecho enormes esfuerzos para llegar a Europa; tienen la oportunidad de integrarse plenamente en ella y contribuir a su desarrollo. Europa no tiene el deber de acogerles a todos. Pero por lo menos ofrecerles esta posibilidad.