“La inversión en la educación de las niñas podría ser la inversión más rentable en los países en desarrollo”
Editorial por Montse Rafel, Directora, Dianova International
El Día Mundial de la Población se ha observado desde hace más de 25 años como una forma de llamar la atención sobre la importancia de las cuestiones de población. El tema de este año, “invertir en las niñas adolescentes”, es especialmente relevante: después de que MalalaYousafzai se convirtió el año pasado en la candidata más joven al Premio Nobel de la Paz en la historia, muchas mujeres, inspiradas por su valor y dedicación, comenzaron a levar la voz para llamar la atención del mundo sobre las innumerables barreras que impiden a las mujeres alcanzar todo su potencial.
Las adolescentes en todo el mundo enfrentan numerosos problemas. Muchas son consideradas por las comunidades donde viven o por sus padres que están preparadas para el matrimonio o la maternidad. Un gran número de ellas se ven obligadas a dejar las aulas, lo que perjudica a sus perspectivas de futuro. Incluso para aquellas que permanecen en la escuela puede ser difícil acceder a información básica sobre su salud y sus derechos humanos y reproductivos, lo que las hace vulnerables a enfermedades, lesiones y explotación. Esos retos son aún más graves para las adolescentes marginadas, incluidas las que pertenecen a minorías étnicas, así como para las que viven en la pobreza o en regiones aisladas. (Extracto del sitio de la ONU)
Sin embargo, es esencial recalcar que cuando estas chicas adolescentes pueden adquirir más autonomía, cuando pueden llegar a conocer sus derechos y se les dan las herramientas para tener éxito, se convierten en agentes de cambios positivospara sus comunidades. Y esto no es mera ilusión, sino un dato de hecho: recientes investigaciones en el desarrollo humano han establecido un fuerte vínculo entre educación de las mujeres y desarrollo social y económico en las regiones empobrecidas.
Tanto los individuos como los países se benefician de la educación de las mujeres, no sólo en términos de rentabilidad y crecimiento económico, sino también en términos de beneficios sociales (disminución de las tasas de fertilidad, menor mortalidad infantil y materna, mejor calidad de vida, mejor participación ciudadana, menos violencia doméstica, etc.) Como lo subrayó el economista Lawrence Summers: «la inversión en la educación de las niñas podría ser la inversión más rentable en los países en desarrollo.»
En los países más ricos, aunque la situación ha mejorado con los años, todavía hay un largo camino por recorrer para superar las diferencias basadas en el género, ya sea en educación, en el trabajo o en la familia. Y todos tenemos que saber que luchar para el empoderamiento social y económico de las mujeres va mucho más allá de una mera sed de justicia social. Se trata de aprovechar de la amplia gama de creatividad, talento, fuerza e inteligencia emocional de las mujeres para construir un futuro mejor para tod@s.
Cerrar la brecha de género, no es solo algo justosino también algo profundamente sensato.
