Día de la tolerancia… cero

Ser tolerante no significa aceptar todo…

Editorial, por Montse Rafel – Este domingo, se celebró el Día Internacional de la Tolerancia en la indiferencia general. ¿Qué novedades nos deparó este hermoso día? A los horrores actuales, se le suma la degollación de diecinueve personas por parte del estado islámico. Por la tolerancia, podemos olvidar.

El diccionario nos dice que la tolerancia, en su sentido moral, se refiere a nuestra capacidad de respetar lo que no aceptaríamos espontáneamente,  de lo que va en contra de nuestras creencias más profundas. Por lo tanto, la tolerancia se ejerce a favor de un ideal moral aún mayor. Por ejemplo el humanismo, o la libertad. Este es el famoso “estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.La tolerancia es la otra cara de la libertad y del derecho: para ejercer mi derecho de ser humano libre, tengo el deber de ser tolerante hacia los comportamientos y las ideas de los demás.

Hoy en día, el concepto de tolerancia hace mucho menos referencia a esta dualidad. Se define ahora como la apertura a los demás, el respeto a la diferencia. Ser tolerante es ser capaz de apreciar y de respetar la diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestros modos de expresión, de nuestras características individuales y sociales, de nuestras formas de expresar nuestra condición humana. La tolerancia, por supuesto, es el reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales. Dentro de este marco general, la tolerancia es uno de los mejores resultados de la educación.

Pero ser tolerante no significa aceptar todo. A menudo escuchamos este argumento erróneo por el cual deberíamos respetar los actos o los comportamientos más horribles, porque son el producto o bien pertenecen a una cultura o una religión cuyos "valores" serían diferentes de los nuestros. La tolerancia no es indiferencia o permisividad. Para ejercerla plenamente, la tolerancia también debe ser un soldado combatiente contra el intolerable.

Por lo tanto, para celebrar el Día Internacional de la Tolerancia, el propósito de esta editorial no es predicar el respeto de todos los pueblos y el amor a los demás, sino el rechazo categórico a lo intolerable.

Para nosotros, este día debería haber sido el de la Tolerancia Cero:

  • Para todos aquellos que se esconden bajo el manto de la religión o de las tradiciones para promover prácticas infames que denigran a la mujer, o bien para dar la absolución a los que asesinan, violan y esclavizan al prójimo en nombre de la ideología;
  • Para los que invocan estas mismas tradiciones y el respeto de las culturas diferentes para seguir manteniendo a las mujeres en una situación de inferioridad de por vida, incapaces de decidir por sí mismas, sin derecho a heredar, a  conducir su propio vehículo o a viajar solas;
  • Por el hecho de impedir a las niñas el acceso a la educación, lo que constituye un crimen para el desarrollo humano;
  • Por los treinta y dos países que, violando las resoluciones de la ONU y del derecho internacional, siguen aplicando la pena de muerte, no sólo para los traficantes de drogas, sino también para los drogadictos;
  • Para todos los países donde la homosexualidad es un delito punible con la pena de muerte y para todos los que, incluso en los países socialmente más avanzados, consideran a los homosexuales como ciudadanos de segunda clase, que no tienen los mismos derechos que los demás.

La tolerancia es una virtud que necesita ser vigilante hacia la intolerancia y lo intolerable