Entrevista con Azeeta Rafhat

Azeeta Rafhat, activista por los derechos de la mujer: «Como madre, no podía exponer a mis hijas a más peligro»

Azeeta Rafhat

Azeeta Rafhat es activista por los derechos humanos y de la mujer procedente de la provincia de Badghis, Afganistán. En 2002, fue representante del pueblo en la gran asamblea o “loya jirga” (en pastún) convocada de emergencia para elegir un gobierno de transición después de la caída del gobierno talibán. Posteriormente, Rafhat se desempeñó como miembro del Parlamento por la provincia de Badghis. Recientemente, abandonó el país y se asentó en Suecia para proteger a sus hijas de una creciente amenaza.

En 2002, el presidente Karzai firmó la declaración de los “derechos esenciales de las mujeres afganas”. En 2016, ¿ha mejorado la situación para las mujeres?

Yo diría que la situación de las mujeres ha mejorado en cierta medida en las ciudades grandes, donde las mujeres tienen mayor acceso a los recursos. Sin embargo, a pesar de que nuestra constitución establece la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y de que tanto organizaciones gubernamentales como no gubernamentales están comprometidas con la defensa de los derechos de la mujer, las mujeres que viven en las zonas rurales del país aún enfrentan mayores problemas.

A pesar de que los activistas por los derechos de la mujer y la comunidad internacional han ejercido presión durante muchos años, se han logrado muy pocas mejoras, y Afganistán sigue siendo uno de los países más peligrosos del mundo para las mujeres.

¿Cuáles son los principales desafíos que deben enfrentar las mujeres?

 

Creo que uno de los principales problemas es la inestabilidad del país en materia de seguridad, lo cual debilita el estado de derecho. Y, como consecuencia de las deficiencias en la aplicación del estado de derecho, la corrupción aumenta, y esto a su vez causa mayor inestabilidad y pobreza. Todo esto genera mucha presión para las mujeres, especialmente para aquellas que viven en áreas rurales, remotas. Las mujeres que viven en zonas rurales no tienen acceso a los derechos y servicios fundamentales. La verdad es que estas mujeres no son consideradas seres humanos, sus derechos son iguales a los de los animales.

¿Qué factores contribuyen a impedir la participación de las mujeres en la vida socioeconómica del país?

En primer lugar, la contribución de la mujer se ve obstaculizada por la prevalencia de la violencia en el ámbito político, económico y cultural. En segundo lugar, debido a que la educación no es una opción para muchas mujeres y niñas, la tasa de alfabetización es mucho más baja en las mujeres, lo cual dificulta aún más su participación económica y social.

¿Qué opina la gente de las mujeres comprometidas con la política?

En 2005, cuando el Parlamento reanudó las sesiones después de décadas de inactividad, al comienzo había cierta estabilidad en términos de seguridad y muchas mujeres tuvieron la oportunidad de representar a su pueblo. Sin embargo, después del comienzo del segundo mandato del Parlamento, se encontraron pruebas de fraude electoral y muchos representantes no tuvieron oportunidad de ingresar al Parlamento. Lamentablemente, hoy en día solo unas pocas representantes femeninas están intentando alzar su voz. El resto son prácticamente sombras que solo están dispuestas a seguir a sus colegas masculinos procedentes de la misma provincia. Con todo el debido respeto, creo que son representantes simbólicas.

La vida no es fácil para las mujeres que están verdaderamente comprometidas, especialmente para las representantes independientes, debido a la falta de contactos o relaciones con los señores de la guerra o los líderes del país. Es una lucha diaria y algunas hasta ponen en riesgo sus vidas.

¿Podría contarme acerca de su experiencia como miembro del Parlamento?

Tenía 27 años cuando ingresé al Parlamento como representante del pueblo por la provincia de Badghis, que está ubicada al noroeste del país. Era el segundo miembro del Parlamento más joven en ese tiempo. Los primeros seis meses fueron una verdadera lucha, pero yo estaba dispuesta a compartir la visión que tenía para la educación y el desarrollo de las mujeres. También tuve que soportar mucha presión por parte de mis colegas masculinos que querían que formara parte de su equipo, pero no que fuera la candidata principal. Con el tiempo, logré hacerme valer como miembro capaz del Parlamento, y me gané el apoyo y el respeto del pueblo que representaba. A pesar de los obstáculos y las dificultades, fue una gran experiencia para mí. Incluso después de haber perdido mi escaño en el Parlamento, seguí usando esta experiencia de manera positiva en pos de la defensa de los derechos de la mujer en Afganistán.

¿Qué se debería hacer para mejorar la situación del país?

 

Afganistán sufre de una falta de compromiso, especialmente por parte de los funcionarios y gobernantes del país, incluido el presidente y el jefe de gobierno. El pueblo afgano necesita desesperadamente un compromiso auténtico en términos de acción, en términos del estado de derecho, en términos de unidad. Si los líderes buscaran trabajar en estas áreas con un compromiso auténtico y con una real convicción en la unidad, sin favorecer una parte del país o una tribu sobre la otra, entonces la mayoría de los problemas se resolverían y estaríamos en posición de hacer algo mejor por el país.

¿Por qué decidió abandonar el país?

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Nunca pensé que abandonaría el país donde nací. Incluso cuando mi país estaba literalmente asediado por guerras civiles, incluso cuando diez mil cohetes impactaron en Kabul, el lugar donde vivíamos con mi familia, no podía imaginarme abandonar mi país. Dediqué mucho tiempo a representar a mi pueblo.

Los talibanes trataron de intimidarme un sinnúmero de veces, amenazaron con volar mi casa con granadas de mano y hasta me atacaron. A pesar de todo esto, siempre había defendido los derechos humanos y de la mujer, y a mi pueblo. Pero al final del día, también tenía una familia, también era una madre. Fue en ese momento cuando supe que tenía que tomar una decisión.

Como representante, podía haberme enfrentado al peligro, pero como mamá no podía exponer a mis hijas a más amenazas, especialmente después de que insurgentes se hicieron pasar por policías y llegaron a mi casa a buscarme. Entonces hice lo que tenía que hacer para cuidar a mi familia, para cuidar a mis hijas y decidí abandonar el país. Pero esto no significa que voy a abandonar mis actividades y mi lucha por mi país. Mi labor continúa y es mi deseo poder servir a mi país y a mi pueblo de otra manera.