Integrar la dimensión femenina del desarrollo humano

Estudiantes de la escuela Esther del Rio-Las Marías (Nicaragua)

Editorial por Montse Rafel – Directora, Dianova International

Dar a las mujeres y las niñas las mismas oportunidades que a los hombres no sólo es un deber moral, sino también una necesidad. Es un deber moral, porque no se puede aceptar que la mitad de la humanidad siga, en demasiados países, relegada a tareas menores, bajo el control de los hombres. Es una necesidad porque sólo el acceso de las mujeres y las niñas a una educación de calidad permitirá lograr un pleno desarrollo de las comunidades y de los países enteros.

En los países en vías de desarrollo, la educación de las mujeres y las niñas es un instrumento extraordinario para el crecimiento y la modernización. En primer lugar, porque la educación contribuye al empoderamiento individual. Brinda a las mujeres la libertad de tomar las decisiones que les afectan. Les permite acceder a un empleo digno y adecuadamente remunerado. En segundo lugar, porque la educación de las mujeres y niñas repercute a toda la comunidad. Para una mujer educada es más fácil consultar a un médico cuando su hijo está enfermo; participar en campañas de vacunación. Un estudio realizado por la UNESCO hace hincapié en que la educación de las mujeres y las niñas ha salvado la vida de más de dos millones de niños entre 1990 y 2009.

En los países industrializados, los problemas son diferentes, pero los desafíos son igualmente importantes. Sin duda, casi todos los niños en edad escolar acuden a la escuela primaria o secundaria. Pero si bien acudir a la escuela es importante, el aprendizaje es otro aspecto. Un estudio llevado a cabo en los países miembros de la OCDE señaló que una minoría de los estudiantes (hasta el 20 % en algunos países) abandonan la escuela sin haber adquirido las habilidades necesarias para conseguir un empleo: leer, calcular, razonar. Por otro lado, aun cuando completan sus estudios, el mismo estudio mostró que ciertas habilidades clave son ajenas a ellos, tales como la capacidad de gestionar conflictos, el trabajo en equipo, el respeto por la diversidad.

En términos de igualdad de género, se han logrado grandes avances en las últimas décadas. Sin embargo, aunque las mujeres en estos países tienen un acceso igualitario en los servicios básicos como la educación y la salud, siguen siendo altamente discriminadas en cuanto a la toma de decisiones a nivel económico y político, la remuneración por trabajo de igual valor,  y en cuanto a sus derechos fundamentales en todos los ámbitos de la vida (incluyendo en el hogar y en el lugar de trabajo). Además no hay que olvidar el hecho de que esta persistente discriminación es una de las principales causas de la violencia contra las mujeres.

En Dianova, nos comprometemos a favor de un desarrollo humano equilibrado, justo y sostenible. Es por ello que defendemos la igualdad de género, dentro de nuestra Red como hacia nuestros socios y las organizaciones internacionales, a todos los niveles y en particular para el acceso igualitario a una educación de calidad para todos. 

El desarrollo humano no es una finalidad, sino un proceso que tiene como objetivo capacitar a todas las personas, hombres y mujeres, de tener acceso a una mayor capacidad de elección para su vida presente y futura. Por ello, integrar la dimensión femenina del desarrollo humano es la condición sine qua non de su éxito.