las ONG’s y el tercer sector frente a la crisis

El tercer sector tiene la capacidad de construir su propio paradigma de desarrollo, un equilibrio adecuado entre eficacia y eficiencia, entre profesionalización y espontaneidad, para contribuir a superar la crisis a corto, medio y largo plazo.


Durante estos dos últimos años, el mundo occidental se está enfrentando a la mayor crisis económica y financiera desde el final de la segunda guerra mundial. De supuesto origen financiero, la crisis está afectando a casi todos los sectores por igual, empresas, administraciones públicas y otros, y está teniendo como consecuencia directa la aparición de millones de parados, cambios profundos en los movimientos migratorios y otras consecuencias de difícil evaluación al día de hoy. Se ha escrito mucho sobre todo ello y no nos vamos a perder en análisis que seguramente otros harán mejor.

Sin embargo, creemos que esta crisis ha puesto en evidencia diferentes fallos que todos advertimos y que tienen probablemente un denominador común: la desproporción. Desproporción entre las necesidades reales y la superproducción de bienes; desproporción entre desarrollo y sostenibilidad; desproporción entre calidad y sentido de vida y las posibilidades verdaderas de realizarlas.

Es complicado atribuir tales errores a unas personas o entidades concretas. La responsabilidad de la situación en la que actualmente nos encontramos y sus consecuencias futuras tiene diversos actores: el sector financiero, el político, el empresarial, etc.

En último término, ¿podría ser que esa desproporción sea el resultado del egoísmo, el relativismo, el individualismo y hedonismo que se ha instaurado en nuestra sociedad y por lo tanto es el resultado de los fallos de todos nosotros.

Por ello, creemos que son síntomas que reflejan una enfermedad latente: la de no tener la visión de un proyecto global para la humanidad y el planeta en el que vivimos, una visión que nos ayude como individuos a sentirnos parte de algo más que no sea nuestra propia frontera, nuestro cuerpo físico y psíquico.

Siendo todo en la actualidad global en este mundo en el que vivimos, los problemas de fondo no pueden resolverse sólo desde una óptica local, ya que necesariamente esa visión no podrá dar respuestas a largo plazo. Los problemas de fondo necesitan miradas de futuro y no sólo miradas de presente. Si fuese cierto aquello que dijo Nietzsche: Dios ha muerto, todo está permitido y las ideologías han desaparecido, ¿con qué vamos a construir el futuro?

¿Cómo enfrentar los retos de lo que Alain Touraine llama demodernización entendida como fin del concepto de progreso como hasta hoy lo hemos concebido? Por primera vez desde la segunda guerra mundial, las generaciones jóvenes se enfrentan a la realidad de una vida peor que la de sus padres. No consiguen adquirir vivienda ni autonomía económica y laboral, no obstante su alto nivel de formación y estudios.
Por otro lado, existe la necesidad que ciertos economistas auspician, de entrar con convicción en una época de decrecimiento feliz y sobre todo, elegido.

Se necesita identificar otros indicadores que no se resuman en un PIB, indicadores que sepan medir calidad de desarrollo por encima de la cantidad.

Todos nosotros como personas y ciudadanos, sentimos en nuestro interior que algo está fallando. Desde la velocidad en la que vivimos, donde todo es rápidamente descartable, incluidas las personas, los afectos, las relaciones es una prueba de ello. Somos consumidores y cuanto más consumimos, más vacíos e insatisfechos nos sentimos. Con frecuencia nos refugiamos en soluciones químicas, ansiolíticos y otros productos, que hoy más que satisfacer necesidades, son concebidos sólo para mantenernos en constante situación de deseo.

Puede ser que después de tantos años de estimulación y presión para consumir, el deseo vive una especie de atrofia, que está conduciendo, empujando cada vez más, a muchas personas a utilizar estimulantes y otras sustancias.

Para los que no tienen medios para participar en el festín del hiperconsumo aparece a menudo un vacío y un sentimiento de inutilidad, que lleva a una clausura emocional y social, que como una centrifugadora nos expulsa de su corazón para enviarnos siempre más lejos, a los confines.

La humanidad necesita de un proyecto innovador, un nuevo paradigma que nos ayude a salir de la burbuja del crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos. Una nueva visión que nos ayude a levantar la cabeza y que abarque en el largo plazo la sostenibilidad en el más amplio concepto. Una nueva educación y el redescubrimiento de la importancia de los valores que permita transmitir sentido a las futuras generaciones, sobre todo sentido de pertenencia a la humanidad, como una gran familia con intereses comunes, donde la colaboración sea mucho más importante que la competitividad.

Una posible respuesta podría ser la de tener varias instancias que coincidan en una redefinición de las reglas, integrado por personas de grandes competencias, talento y sabiduría y hay muchas personas así en nuestro mundo. Instancias que también tendrían que provenir de la sociedad civil, que no estén sometidas a la dictadura del corto y medio plazo y que, en sinergia con la ONU y otras instituciones internacionales, nacionales y locales, se hagan cargo de elaborar y proponer una nueva mirada, estableciendo reglas de juego más coherentes con las necesidades de una modernidad, sostenible y más justa.

El día que se logre dar este paso, las ONG’s y el tercer sector en general, serán los grandes aliados para la realización de acciones concretas, participando activamente en la definición de ese proyecto común, sobre todo como empresas relacionales y facilitadoras que son, dentro del gran cambio cultural y de valores que se necesita.

Estas organizaciones del tercer sector, lejos de ser perfectas, tienen un gran potencial justamente en lo que pueden parecer sus defectos. Las ONG’s nacen, de hecho, en el mismo seno de la sociedad civil, para intentar construir respuestas organizadas a problemas muy diversos, transversales sobre todo en el ámbito social, sanitario, educativo, ecológico y humanitario en general.

Son organizaciones que desaparecen necesariamente una vez que se resuelve el problema para el que nacieron. En definitiva, una ONG nace con la finalidad de que el problema por el cual ha nacido desaparezca, y por lo tanto, ella misma con él.

Este principio define una manera particular de comportamiento de las organizaciones frente a la problemática de su desarrollo y a la necesidad de adaptarse constantemente al hecho de ser útiles.

Esta realidad y la de no tener ánimo de lucro, es decir que el dinero es un medio y no un fin, marca de forma importante la cultura de cada una de estas organizaciones y a su vez, la de todo el tercer sector.

Muchas de estas organizaciones han vivido, después de una primera fase espontánea y pionera, grandes procesos de profesionalización y de institucionalización, donde poco a poco han pasado de la cultura del heroísmo a la de la responsabilidad social, logrando posicionarse como interlocutoras fiables y creíbles.

Si las ONG’s y otras organizaciones pertenecientes al tercer sector tienen la fuerza para construir su propio paradigma de desarrollo, encontrando un justo equilibrio entre eficacia y eficiencia, entre la profesionalización y flexibilidad, lograrán superar la crisis del corto plazo para convertirse en  actores determinantes en el largo plazo.

Las personas como seres en busca de su propio proyecto de vida y desarrollo, pueden encontrar en ellas y en otras formas de organización ciudadana, buenas herramientas para la construcción de un proyecto común que dé sentido, si se les exige el nivel necesario de funcionamiento, participación y transparencia.

La red Dianova, establecida en 12 países de Europa y America, también se está enfrentando a la crisis haciendo tesoro de su experiencia.

Estamos acostumbrados a evolucionar en situaciones de precariedad, donde las dificultades de las problemáticas sociales a las cuales intentamos dar respuesta siempre nos han ayudado a mantener los pies sobre el suelo desarrollando en todos nosotros, ese fondo de resiliencia, que hoy mas que nunca nos permite continuar nuestras acciones día a día.

No hemos conocido bolas especulativas, salarios de oro o stock options. Estamos construyendo nuestro propio paradigma, intentando aportar pequeñas soluciones propias a grandes problemas. Somos conscientes de la fragilidad del muro que hemos contribuido a construir, ‘ese muro que nos separa del vacío y de la falta de sentido”. Queremos seguir construyéndolo cada día.

 

Mensajes Básicos

Es necesario tomar conciencia de la necesidad de una nueva visión a largo plazo, que realmente sea global y que contemple en su conjunto las personas, la sociedad y el planeta en el que vivimos, huyendo de la tiranía del corto plazo dictada por las instituciones locales.

Las ONG’s son organizaciones que por su naturaleza pueden ser actores importantes de éste cambio ya que siempre han priorizado los valores humanos sobre otras consideraciones económicas, valorando más la calidad que la cantidad en los escenarios en los que actúan.

Las personas como seres en busca de su propio proyecto de vida y desarrollo, pueden encontrar en las ONG’s y en otras formas de organización ciudadana, buenas herramientas para la construcción de un proyecto común que dé sentido, si se les exige el nivel necesario de funcionamiento, participación y transparencia.

Luca Franceschi, Presidente de Dianova International