“Todos podemos ser adictos”

Dr Hugo España, toxicólogo y experto en adicciones

Entrevista del Dr. Hugo España, toxicólogo y experto en adicciones, por Amalia del Cid (publidado inicialmente en La Prensa.com.ni)

El riesgo de caer en una adicción es parte de la vida. Lo que sucede es que a veces no lo percibimos. Los seres humanos podemos crear dependencia hacia cualquier cosa, incluso hacia el futbol, señala el doctor Hugo España, toxicólogo y especialista en adicciones. Según él, en ese proceso influyen los genes, las experiencias, los vacíos emocionales, unas sustancias llamadas neurotransmisores y las “compuertas” de la cabeza.

¿Cuándo se puede decir que uno es adicto?

Obsesión, compulsión y negación son los parámetros básicos.

Se puede ser adicto a algo que no sea droga?

¡Claro! Se puede ser adicto a todo, al trabajo, al deporte, al sexo, a la pornografía, a la televisión, a los juegos de azar, a las compras. A todo. A cualquier situación.

¿Facebook?

También. ¡Hasta a la religión te podés hacer adicto! Alguien puede dejar a su familia por irse a hacer algo religioso. A toda situación en la que nosotros no tengamos un límite o control, podemos hacernos adictos.

¿Todos tenemos una adicción?

Yo creo que sí. Lo que pasa es que no las vemos a todas como dañinas. O las logramos controlar. Si alguien hace deporte, otro puede decir “es su vicio”; pero a lo mejor no lo haga de manera adictiva, no tiene una obsesión y compulsión que está pensando cuándo los Nike sacan nuevos zapatos o cuándo viene el partido del Real Madrid o cuándo me compro la camiseta de Ronaldo.

Es posible ser adicto, por ejemplo, ¿al Real Madrid?

Sí, sí, sí… Cuando vivía en Europa tenía amigos que ¡hasta tenían calzoncillos de los jugadores! Alguien me regaló una camiseta del Barcelona, me la puse y lo primero que me gritó un compañero de clases, desde un edificio altísimo, fue que me iba a llegar a pegar una paliza por andar esa camiseta (ríe). Te podés hacer adicto a todo, si no sabés controlar las emociones.

¿Y cómo sabe uno cuál es su adicción?

Primero, darte cuenta de si estás haciendo algo de manera obsesiva. Si hay algo que te está comiendo el coco todo el tiempo. Segundo, si eso que te está comiendo el coco lo pasás a la realidad, la compulsión. Y tercero, si te está haciendo algún daño a vos o a tu entorno y no te querés dar cuenta, la negación. No necesariamente es un daño físico; también puede ser un daño emocional, económico, ¡hasta jurídico!

Se dice que los genes influyen…

Y creo que es cierto, pero no es correcto tacharnos, porque si cuando yo nací me dicen “este niño va a ser adicto al alcohol”, entonces mis padres me van a cuidar del alcohol y a lo mejor me hago adicto a la marihuana. En general hay que cuidarse de todo tipo de adicción. El humano está expuesto… porque vivimos.

¿Se supone que si mi papá fue alcohólico, yo también lo seré?

Se dice que tenemos un 10 por ciento genético para poder ser adicto a las mismas sustancias que nuestra familia; pero eso nos deja un 90 por ciento adquirido. Mi 10 por ciento puede que sea verdad, pero tengo un 90 por ciento que depende de cómo yo crecí, de cómo me educaron, de qué vi en mi casa, de qué vi con mis amistades. Sí tenemos el riesgo, pero no significa que se va a hacer realidad.

Y si mi mamá es una compradora compulsiva…

Existen grandes posibilidades de que usted se convierta en una compradora compulsiva también. Nosotros les enseñamos hábitos y costumbres a nuestros hijos. Si mi hijo nunca me vio beber y yo en cierta manera lo he ido educando sobre los riesgos del alcohol o de las relaciones sexuales, las posibilidades disminuyen. No es que no existan, pero disminuyen. Al final ellos toman sus decisiones, pero van a adquirir lo que nosotros les hayamos enseñado.

¿Todos podemos desarrollar una adicción?

Sí.

¿Qué hace que la desarrolle?

Los vacíos emocionales. Sentís que algo en tu vida, en tu hogar, en tu ser, no te llena y eso te lleva a buscar placer, a buscar alegría. El consumidor no está necesariamente buscando cómo destruirse, algunos sí, pero esos ya tienen algún problema psicológico o mental mayor. La mayoría anda buscando cómo experimentar algo maravilloso.

¿Cómo funciona eso?

En el cerebro tenemos algo que se llama neurotransmisores. Si te dicen “¡te aumentamos el salario!”, se liberan neurotransmisores de la alegría. Y si después te dan una noticia triste, “mirá, te acaban de robar el carro”, entonces se liberan neurotransmisores para la tristeza. Cuando entra una droga, libera mayor cantidad de neurotransmisores, para la alegría o para la tristeza.

¿Y qué pasa?

Se abren más compuertas en el cerebro. Si me dan una alegría el cuerpo abre cinco, pero como es natural se vuelven a cerrar. Cuando entra una droga obliga a que se abran más compuertas, pero esas compuertas, con el uso, quedan abiertas. Cuando estás en un día normal, alegre, solo estás llenando tres de diez, entonces las otras siete que se abrieron extra están exigiendo. Necesito, necesito, necesito. La persona, casi sin querer, va a consumir para rellenar esos vacíos que están en su cerebro.

¿Y qué sucede con otras adicciones, como el sexo?

Es lo mismo. Es lo mismo. Vos lo que estás intentando es encontrar algo que te dé placer. A los sadomasoquistas flagelarse les da placer.

¿La vida tiene que girar en torno a algo para que eso se considere una adicción?

Cuando dejás que esa situación sea la que dirija tu vida, eso se puede convertir en una adicción. Todo debe ser moderado. En toxicología tenemos una máxima: “Todo es tóxico y nada es tóxico. Todo depende de la dosis”.

¿Todo caso requiere de ayuda profesional?

Sí… sí… sí…

¿Y todos tenemos vacíos emocionales?

Todos. Pero no todos sabemos llenarlos adecuadamente. Sí se pueden llenar, con amor, con comprensión, cariño, respeto, relaciones sanas familiares, con Dios, si necesitás de Dios, o una lectura adecuada. Sí se pueden llenar, lo que pasa es que hay que tener estrategia. ¡Si no todos estaríamos locos!

Pero dice que todo se puede convertir en una adicción…

Sí… Si no lo hacés adecuadamente. Yo puedo salir con mi familia, irme a caminar a un bosque, a caminar en un barrio o ir a un centro comercial y no necesariamente entrar en gastos compulsivos. Tan solo tengo el disfrute de estar con ellos. O podemos ver una película en la casa o ponernos a hacer un juego de mesa. Y te va a dar una alegría y vas a tener esos vacíos repletos.

¿Hay sustancias más peligrosas que otras?

Algunas son más adictivas. Por ejemplo, el alcohol tiene un nivel de adicción, pero no es tan grave inmediatamente. Pero la cocaína, el crack, te crean adicciones inmediatas, que después no te podés salir de eso.

¿Qué tal el café?

Es una droga menor. Sí puede provocar adicción, pero necesitás 100 tazas de café para lograr el efecto de una rayita de cocaína. No es comparable. No sé si habrá alguien en este mundo que se tome 100 tazas de café. A lo mejor…

No todos vamos a desarrollar adicción por las mismas cosas, ¿o sí?

¡No! Todos somos diferentes. Por ejemplo, en Alcohólicos Anónimos, aunque siguen tomando y todo, ellos miran al que consume droga como basura. Y ellos mismos te lo dicen. “Nosotros somos de alcohol, no somos de esas drogas”. Tal vez en algún momento consumieron de esas drogas, de esa marihuana y no hicieron clic. Es como cuando te enamorás. Pueden pasar 20 mujeres, pero solo una te hizo clic. Podrías probar de varias sustancias y no provocar nada. Pero mejor decir no.

 Hablando de amor, ¿también se puede ser adicto a él?

Sí. Al sexo. Porque te gusta, te da placer y vos andás en busca de ese placer. No buscás cómo enamorarte, lo tuyo es dar y recibir placer y te podés hacer adicto.

Eso es sexo, ¿y el amor?

En el sentido de ser muy enamorado, de ser muy sentimental. Hay personas que son muy codependientes, tienen necesidad de atención, de dulzura, de cuido. Y pueden tender a ser adictos incluso a relaciones conflictivas o problemáticas, porque los adictos son muy melosos y envolventes. Vas a ver que entran en relaciones entre ellos y son ¡explosivas!

¿Cuándo se tienen necesidades afectivas se corre el riesgo de caer en una relación conflictiva?

Siií… Si la persona con la que te encontrás manipula tu manera de ser. Si tenés la suerte de encontrar a alguien que tenga tus mismos principios y valores y que sea amoroso, ¡wow! Felicidades.

Explíqueme eso

Vamos a suponer que sos muy amorosa y te encontrás a alguien que también te da ese cariño. Y cuando te enamorás de esa persona te das cuenta de que es bebedor, gastador compulsivo o que tiene alguna adicción fuerte o dañina; pero tu necesidad de esa persona te hace quedarte. Eso se llama codependencia. Ahí comienza el conflicto, estás exponiéndote porque tu amor no te permite liberarte de esa persona. Te convertís en su ángel guardián, en su cuidador y “él necesita de mí”. Realmente es uno el que por su necesidad afectiva está pegado a una situación.

¿Eso pasa cuando hay violencia doméstica?

Mmm… No sé. Ese es un tema un poco diferente. No es necesariamente una adicción. Sí hay necesidad de afecto, pero también influye lo que la cultura te enseña. Hay muuuchos factores que hacen que una mujer no se separe de alguien que le está dando violencia, entre ellos, la codependencia.

¿Cómo se sabe cuando alguien es adicto al Facebook?

Los mismos parámetros. Obsesión, compulsión, negación. Estás en clase y estás pensando en Facebook. O estás chateando 24 horas, eso querás o no es una adicción. Puede provocar hasta accidentes.

¿Hay adicciones modernas?

Sí. Claro que sí… Todo lo tecnológico. Comprar lo más nuevo, conectarme a Facebook, tener Netflix y el mejor televisor, el mejor teléfono, tener el nuevo carro. Se hacen adicciones. La gente compra hasta lo que no necesita. Ves a alguien que salió con un pantalón que vos no tenés y corrés a comprarlo. Así llenás algún tipo de vacío, tal vez de autoestima, de reconocimiento.

¿Hay personas más vulnerables?

¡Claro! Hay personas que tienen vacíos más grandes que los nuestros y esos vacíos las hacen más susceptibles a caer en una adicción.

¿Cuáles son los casos más raros que ha visto?

Bueno… Tuve una paciente que le gustaba oler y comer jabón… Eso es rarísimo. La otra adicción que no se da mucho es la de Diógenes, conservar objetos antiguos, revistas, papeles y llenar tu casa de cosas inservibles. Ya ni siquiera vivís. Esas son las más raras que he visto.

¿Ahí entran los coleccionistas?

Mmm… no lo miro tan raro. Incluso puede ser positivo, porque en algún momento podés vender esa colección y sacarle algún provecho. Todo depende de cómo lo hagás. Suponé que tenés una obsesión por una chaqueta y solo tenés mil pesos para la comida, la chaqueta vale mil pesos y la comprás aunque te quedés muerto de hambre. Ahí sí sería malo. Todo depende, todo depende. No podemos decir que alguien es adicto o no es adicto, sin estudiarlo a fondo. Hay que sentarse con cada persona, con cada situación diferente e individual para determinar si hay o no adicción.

¿Es fina esa línea?

Muy fina. Muy fina.

¿Y hay adicciones benignas?

Bueno, depende de cómo lo veas. Hay personas que andaban en pandillas, en drogas o robando y después se hacen religiosas. Van a cada rato a la iglesia y para todo están rezando. Podría verse como malo. Pero la esposa, la madre, el hijo, ¿qué prefieren?, ¿qué ande en pandillas o robando o que esté todo el día en la iglesia? Tal vez tiene una adicción, pero es una adicción que le hace bien.

¿Podés reemplazar una adicción dañina por una no tan dañina?

Sí, sí. Y muchos médicos mandamos bastantes fármacos para calmar. La persona deja de consumir X droga y está tomando un fármaco, más controlado. Sí se puede reemplazar.

¿Todas las adicciones necesitan tratamiento con fármacos?

No. No todas. Lo que sí se necesita es un psicoterapeuta. Es necesario y obligatorio. Y casi siempre de por vida.

¿De por vida?

Sí. Porque son enfermedades crónicas. Realmente la adicción no se cura, se controla. Es como la hipertensión o la diabetes. El que ya consumió tiene una memoria guardada de ese consumo. Eso aplica para todo.

Bueno, ¿y cuál es su adicción?

(Ríe) Trabajar, creo yo. Me llaman a cualquier hora y estoy dispuesto a trabajar.

¿Y esa es dañina?

Sí, si me llaman a las dos de la mañana, es dañino (ríe).

 

El doctor Hugo Mauricio España tiene 40 años de edad. En 1995 se graduó de la carrera de Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), en Managua. En 2003 obtuvo su título de especialista en toxicología y adicciones. Y en 2005 el de medicina forense.  Ha trabajado en Fundación Dianova, en el Centro de Ayuda y Rehabilitación (CARA) y en Fundación Remar, atendiendo problemas de adicción. Tiene 13 años de experiencia en esa materia. Y actualmente trabaja en el Instituto de Medicina legal.

Desde el año 2001 hasta el año 2006, el Dr España colaboró como médico general y especialista en Toxicología clínica con sub-especialidad en adicciones, con la Fundación Dianova, en la oficina Pasarela y los centros de rehabilitación Malinche y Roma,  brindando consultas y charlas en el plano de la problemática de las adicciones. Posteriormente atendió solo en la oficina principal hasta el año (2007) que se cerraron los centros de rehabilitación. En la actualidad colabora como miembro de la junta directiva de Dianova Nicaragua y como médico del Hotel Europeo